miércoles, septiembre 13, 2006

Hoy como cada noche

Ya son más personas que leen mi blog y eso me anima a escribir más pendejadas, así que aquí vamos. Cuando empecé el blog, Neto me preguntaba porque no escribía algo erótico, ahí les va, esto yo lo escribí pero no es mío se lo escribí para Aurora, por lo tanto ya no es de mi propiedad pero de todas maneras se los escribiré.



"HOY COMO CADA NOCHE"


Hoy como cada noche vengo hacía ti para hacerte el amor, cubrirte de besos y satisfacer tu cuerpo. Experimentar la pasión que impulsa nuestros cuerpos a permanecer unidos, fusionarnos en uno solo, en un ser vivo, uno con el otro muy juntitos sintiendo nuestros alientos como forman siluetas en el techo del pequeño cuarto, nuestro nido de amor, nada anormal una cama cuatro paredes y un cenicero lleno de colillas por la espera de tu llegada.
No hay mucho que decirnos antes del acto, creo que ya hemos hablado demasiado, nos conocemos bastante y no hay secretos para ambos, nosotros vamos a lo que vamos, las caricias mustias han quedado atrás, los besos largos están en el pasado; ahora tan solo es sexo y nada más. Aunque a la verdad a los dos nos gusta, hemos dejado olvidado el amor y tan solo disfrutamos de nuestros cuerpos.
Me encanta meter mi mano bajo tu blusa y acariciar tus hermosos senos mientras que con la otra mano levanto la pequeña falda y recorro tus piernas, pero algo me detiene a medio camino, tus medias me impiden llegar a mi destino y recuerdo que estás saliendo del trabajo, ni hablar; me detengo y pego un suspiro mientras me concentro en los botones de tu blusa negra que está húmeda por tu sudor que se mezcla con tu perfume, dejando una atmósfera muy excitante que hace juego con el sostén gris oscuro que resalta tu cuerpo en forma exuberante, dejando un gran abismo entre el arco de tus senos excitados, pidiéndome a gritos que los libere y me pierda en ellos como si fuera la primera vez que los tocaba. Mientras que por la ventana se dejaba escuchar el sonido agudo de un saxofón que todas las tardes nos deleitaba con su música, era uno de esos tipos que salen a demostrar su talento por unas monedas, sé que hay muchos como ellos en toda esta gran urbe, pero este salió de la nada, apareció cuando tu apareciste; y se quedaba mientras yo te amaba.
Decidimos perdernos en el más grande de los actos, empezamos a poseernos como dos locos en celo a los cuales no les importaba nada, nos besábamos con fuerza mientras con tus uñas marcabas mi espalda, bajé mi boca hasta tu vientre, pasando por tus senos y tu ombligo, llegando al valle donde todo hombre se pierde tan sólo con el olor que se desprende. Aquel lugar ya lo conocía de memoria, cuantas veces no he contado todos tus cipreses oscuros que ahí habitan dejando un sendero, un diminuto camino que baja hasta una cueva húmeda impregnada con el olor de presencia. Paredes rosadas que contrastan con los tonos oscuros de los exteriores. Me concentro en tu sexo dándole cuantos besos y caricias puedo, mientras los quejidos se mezclan con la música de sax que entra por la ventana. Con tu mano separas mi boca de tu vientre y me dices que quieres sentirme dentro de ti, sujetas mi virilidad y lo introduces dentro de ti dando paso a un quejido más.
Así comenzamos a poseernos con un par de movimientos sincronizados de meter y sacar, el chapoteo de tus glúteos al chocar contra mi vientre se hacen sincronizar con tus gritos y quejidos que armonizan el ambiente. Conservando el ritmo nos damos besos y mordemos nuestros labios, tus pezones cafés duros por la excitación son presa fácil de mi boca y los llevo uno a uno hasta ella, nuestras lenguas juegan y los cuerpos permacen tan juntos que no se puede distinguir donde termina uno del otro. Estamos llegando al éxtasis del encuentro, el orgasmo se hace venir haciendo que nuestros corazones se aceleren, la presión se nos sube y nuestra mente se pierde.
El momento anhelado ha llegado, la fricción de nuestros cuerpos, el rose de tu vientre con mi masculinidad producen una explosión de gotas que salen disparadas súbitamente, inundan tu cuerpo con mi presencia dejándote el recuerdo de la satisfacción mutua. Al sucumbir nuestro encuentro nos quedamos tomados de la mano, tirados en la cama viendo hacia el techo, recordando con regocijo los momentos previos de nuestro embate.
Después de 1 hora y 2 cigarrillos nos levantamos para reingresar con nuestras labores cotidianas y esperar el día de mañana para empezar con otra noche más.
Derechos reservados Belcron.
Esto lo escribí el 06/02/2001 a media carrera en una noche solitaria. Los primeros en leerlo fueron Aurora (mi aspiradora digo la inspiradora), el Chivo y su cuate.
Si los comentarios son buenos les publicaré más como este, pero si me dicen que mejor me dedique a vender chicles pues este será el primero y el último que posteé, así que ya saben.
Espero comentarios. Saludos.

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